SIN MÓVIL, NO HAY PARAISO
Por Carlos Hernández
Quiero presentar una queja porque… Como otra más de las múltiples consecuencias colaterales de la pandemia, la empresa pública Renfe, «por seguridad, comodidad y tranquilidad», ha puesto en marcha el denominado «billete personalizado» para la práctica totalidad de sus trenes, salvo cercanías, y para todos los procedimientos de venta, incluido el efectuado en taquillas de estaciones. Establece que «tendrás que facilitar (sic en renfe.com) una serie de datos básicos del viajero, incluido el número de teléfono móvil de contacto».
Además de las más que razonables dudas sobre la congruencia de tal medida con lo que nuestro ordenamiento jurídico dispone sobre la protección de la privacidad e intimidad de las personas en tanto derechos fundamentales e inalienables, surge otra , quizás más grosera pero con contundencia evidente: qué opción tendrán los ciudadanos que no dispongan de teléfono móvil , poseyéndolo sean legos en su manejo o que, sencillamente, no consideren procedente facilitar datos sensibles a terceros . ¿Puede un operador de transporte público privar además de ese otro inalienable derecho a la movilidad al no expender título de transporte a quien no satisfaga tales requisitos?
Evidentemente, uno de los colectivos -que no el único- más afectados es el de los mayores, habituales usuarios del transporte público y , en buena medida, muy alejados de esa condición de «nativos digitales» que parece atribuirse a toda la ciudadanía , haciendo abstracción tanto de edades como, no se olvide, de estatus socio-económico, pues , hoy por hoy, el acceso a los instrumentos y prestaciones de la telefonía móvil dista mucho de ser gratuito. En consecuencia, como secretario de la misma, en nombre y representación de la Directiva de la O.S. Mayores de Izquierdas (MDI) le traslado la presente queja, no dudando en merecer su atención